Para muchos de nosotros, hablar de intuición entra dentro del mundo de la superchería, lo consideramos poco por no decir nada científico, pero si nos paramos a pensar, si nos analizamos, ¿Cuántas de nuestras decisiones las tomamos casi sin pensar, de un modo inconsciente? Todos sabemos, y numerosos estudios científicos lo avalan, ante cualquier situación, nuestro inconsciente ya ha tomado una decisión fruto de su propia intuición incluso antes de que nuestro consciente le haya dado tiempo a empezar a sopesar, analizar, valorar la misma.
El funcionamiento humano está regido mayoritariamente por las emociones más que por la razón, y en ello el inconsciente utiliza las intuiciones. Lo cierto es que confiamos más en la “intuición” que en la inteligencia basada en el análisis y la lógica.
A todos nos ha pasado que de repente, en un momento dado, se nos “enciende la bombilla” y nos surge una idea, quizás incluso en el momento en el que estamos más relajados, en el que incluso no estamos pensando en nada. Esto no obedece al razonamiento a la lógica, sino que es fruto del inconsciente que manda a la consciencia, una sensación, una intuición.
Todo esto nos lleva a que las intuiciones surgen de nuestras experiencias, nuestro cerebro va almacenando durante toda la vida, los logros, los fracasos, las situaciones que se han producido, nuestras emociones, forjando nuestra personalidad incluso, todo ese almacenamiento se llama inconsciente y es nuestro yo más profundo, nuestra esencia, quienes somos.
El ser humano se encuentra todos los días con múltiples situaciones en las que se requiere una respuesta inmediata, en la que no podemos desde el consciente realizar un análisis lógico, valorando pros y contras, no podemos permitirnos ni ese tiempo ni ese esfuerzo, la intuición es la respuesta rápida que nos proporciona el cerebro en esas ocasiones. Son ideas que “sentimos” no que “pensamos” son fruto de las emociones y no del pensamiento racional. Este proceso está en todos los seres humanos, incluso en aquellos que creemos total y completamente racionales.
¿Es adecuado guiarnos por nuestras intuiciones?, ¿Acertamos cuando nada más conocer una persona tenemos un “juicio” sobre él, una valoración?, ¿Son las mismas adecuadas, justas, acertadas?, ¿Debemos seguir a nuestras corazonadas cuando tomamos decisiones?
Tan solo debemos saber que las mismas provienen de nuestro yo más profundo, de nuestro valores, están profundamente enraizadas con nuestras esencia, nuestra personalidad, lo que somos, surgen de nuestro cerebro para guiarnos, y nosotros somos los que decidimos si las seguimos o no. Las mejores intuiciones son fruto de nuestro momentos de relax, de nuestros momentos de paz interior, de conexión con nuestro verdadero yo, no de los momentos de estrés, preocupación, tensión, problemas, de emociones desbocadas.
Como decíamos nuestro inconsciente nos envía las intuiciones para guiarnos, para decidir si seguirlas o no, solo hay que saber escucharlas.
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