En la vida podemos adoptar dos actitudes extremas y opuestas. Una de ellas es la de dramatizar la realidad, es decir, exagerar nuestros problemas, aumentar los defectos de los demás, fijarnos solo en nuestras insatisfacciones… Sin embargo, también podemos ir al lado extremo de idealizar nuestra existencia y todo aquello que nos rodea. El verdadero equilibrio reside en el término medio ya que la realidad no se describe en términos de blanco o negro sino de grises.
Muchas personas sufren en exceso porque viven condicionadas no tanto por aquello que les pasa sino por la interpretación que se cuentan a sí mismas de aquello que les ocurre. Y a veces, las relaciones superficiales tan propias de la era de las redes sociales, o la mentalidad de no querer hablar con otras personas por no preocuparles puede hacer que nos sintamos todavía más solos, y por tanto, con más tendencia al dramatismo.
Cómo quitar drama a la vida
En primer lugar, a través de la actitud consciente de tomarte la vida como una comedia. Imagina que eres el protagonista de un nuevo estreno de cine: ¿Qué género te gustaría protagonizar? ¿Cómo te gustaría que fuese el título de la historia? ¿Qué reparto compone la trama? Visualiza todos los detalles de este ejercicio de entrenamiento que puede inspirarte para vivir mejor.
Tus mejores tesoros en la vida no son materiales. Sin infravalorar lo importante que es tener una calidad de vida de acuerdo a unos recursos económicos estables, lo verdaderamente importante es tu carácter y también, la compañía de esas personas que te rodean con su energía y su cariño. Ten claro el orden de valores de una vida feliz porque una existencia condenada al trabajo interminable solo incrementa el sufrimiento de la soledad. La felicidad que puede darnos el trabajo deja de existir cuando nos encerramos en el terreno laboral.
Existen ejercicios sencillos y que, sin embargo, incrementan el nivel de atención en algo que te distrae de tus propias preocupaciones, por ejemplo, hacer rompecabezas de muchas piezas, resolver crucigramas y sopas de letras, leer el periódico, hacer las tareas de la casa, escuchar música clásica… Hacer punto se ha convertido incluso en toda una terapia emocional puesto que es una rutina que requiere de un gran nivel de concentración.
Ríe más
Observa a un bebé. Mira la cantidad de veces que sonríe de forma espontánea a lo largo de un día. Intenta emular los comportamientos de sonrisa eterna ante la vida. Invierte más tiempo en ver películas de risa. Es uno de los espectáculos más saludables para reír sin parar.
No caigas en el juego psicológico del “y yo más”. Es decir, cuando estás en una conversación en la que un amigo te está contando un problema, no interrumpas la conversación para comenzar a enumerar toda tu lista de quejas. El sufrimiento no es una competición. Este tipo de actitud es muy pesimista y es más frecuente de lo que a veces, creemos. Especialmente, en personas solitarias que quieren llamar la atención a través de esta victimización.
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