¿Te lo has preguntado alguna vez? ¿Cuanto vales? “El precio que te pones decide tu valor. La subestimación de ti mismo te costará muy caro”. (Autor desconocido).
En mi opinión, salvo los vanidosos, los presuntuosos, los inmodestos, los presumidos, los engreídos y los pedantes, los arrogantes y los orgullosos, o sea, salvo todos los ególatras cuyo concepto de sí mismos está injustificadamente sobrevalorado, el resto de personas, los normales, en general tienen un concepto de sí mismos cuya tasación queda por debajo de la que harían nuestros seres queridos y los que de verdad nos conocen.
No sé si es una falsa modestia o es que las cosas de uno que están bien parecen que son “normales” y no tienen importancia y por eso no se aprecian en su justa medida, pero el caso es que cuando uno revisa el concepto que tiene de sí mismo generalmente la parte más pesimista de la Autoestima y una innecesaria y falsa modestia se presentan rápidamente a poner nota.
Atrévete a hacerte la pregunta: ¿Cuánto vales?
Y atrévete a ser sincero, honesto, justo, y a no sobrevalorar las cosas que no te gustan de ti mientras que, por el contrario, infravaloras las que son buenas.
La modestia está muy mal entendida. Se lía con el orgullo y con el ego y se enzarza en discusiones donde le bombardean con opiniones distintas y al final se queda desequilibrada.
Valora lo que realmente vales, según tu alma.
Porque hay personas para quien lo importante es su estatus, y si han alcanzado uno interesante se tasan alto –y es una mala vara de medir- y si no lo han logrado se sienten fracasados –porque han usado mal una mala vara de medir-.
También hay personas que se equivocan en la autovaloración, y se desprestigian e infravaloran porque llevan dentro de sí un enemigo acérrimo, un frustrado negativo, un auto-saboteador agobiante, y no son capaces de apreciar sus cosas buenas porque dan preponderancia a las menos buenas.
También hay personas que no se atreven a ponerse nota. Le tienen miedo. Miedo a ponerse un 5 y que se le caiga la moral al suelo y la Autoestima a los infiernos. O que sea un 4 en cuyo caso sería aún más terrorífico. O un 3, que marcaría el punto de no retorno a la normalidad. Es posible –digo que “es posible”- que, por su mala costumbre habitual, no se hayan dado cuenta y no estén respetando la condición que yo he puesto para valorarse, que está unos párrafos más atrás y repito: “Valora lo que realmente vales, según tu alma”.
No te valores desde tu situación económica o sentimental, no te valores desde un punto de vista social o de un éxito mundano brillante o ausente, que son asuntos pasajeros.
Valora lo que vales como persona, como Ser Humano, como corazón, por tu buena voluntad y por tus principios.
Valórate por lo que eres, no por el personaje que estés viviendo.
Hazte de nuevo la pregunta: ¿Cuanto vales?
Es importante que te tomes el tiempo necesario –horas o días-, y que pongas en la balanza todas aquellas cosas buenas a las que no das la importancia que tienen, que te recuerdes en todos tus momentos amorosos, cuando abrazas, cuando consuelas, cuando escuchas, cuando te entregas, cuando das una parte de lo que tienes, cuando tienes gestos amables, cuando sonríes a cambio de nada, cuando te emocionas y te tiembla el corazón, cuando juegas, cuando ayudas, cuando notas escalofríos emocionantes, cuando te sientes en contacto con el Ser Superior o con la Tierra, cuando notas piedad o conmiseración hacia el prójimo, cuando te sientes en paz…
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