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Interpretar la Carta Astral Parte 1

Para interpretar correctamente una Carta Astral, el Astrólogo debe valorar y determinar con detenimiento dos factores importantísimos que aparecen en el mapa natal:

1.  La fuerza,  es decir, la calidad y cantidad de energía con que cada uno de los planetas actúa en el mapa natal. Es lo que se llama determinar el “estado celeste” de los planetas. Ello se realiza estudiando la relación entre el planeta y el signo zodiacal en el cual está situado en el momento del nacimiento. Hay signos zodiacales en los cuales un planeta es fuerte, actúa con gran poder, se siente como en su propia casa, sin trabas ni impedimentos,  proyectando por ello en el destino de la persona mucha más “luz” que “sombra”, es decir mucha más energía positiva que negativa. Por otro lado, hay otros signos en los cuales los planetas están tibios, ni fuertes ni débiles, proyectando por ello al mismo tiempo luz y sombra. Finalmente, hay otros signos zodiacales en los cuales un planeta se encuentra débil, es decir, se siente muy a disgusto e incómodo, proyectando por ello más sombra que luz en el destino de la persona.

Una vez analizada esa relación planeta/signo zodiacal, se pasa a analizar y estudiar las distancias que mantienen entre sí el conjunto de planetas. Técnicamente estas distancias reciben el nombre de aspectos planetarios, y son, simbólicamente, como una especie de manos que se tienden de unos a otros, unas veces para ayudarse y colaborar fructíferamente, otras veces para luchar entre sí antagónicamente con fiereza, intentando un planeta frustrar o hacer fracasar lo que el otro promete o intenta realizar.

Hemos finalmente aquí de aclarar que los términos “luz y sombra” arriba citados son utilizados para que entendamos que los planetas siempre son ambivalentes o duales, y depende de su estado y fuerza celeste el hecho de que proyecten en el tema natal o bien sus cualidades más positivas o bien sus defectos más conflictivos. En términos más modernos se suelen utilizar  las palabras  “fluida” o “tensa”, “armónica” o “inarmónica”, para calificar las energías planetarias, dado que la división entre bueno y malo es demasiado determinante y rígida en el lenguaje astrológico y sobre todo  puede dar lugar a malentendidos.



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