“¡No veo nada, no me diga que me fíe de la intuición, porque no veo nada!”. Lo exclamaba un hombre ciego. Alguien que perdió su visión tras sufrir un par de infartos y que replicaba a la neurocientífica Beatrice de Gelder la recomendación de dejarse llevar por su inconsciente. Tenaz, de Gelder se salió con la suya e hizo caminar a ese hombre invidente a lo largo de un pasillo repleto de obstáculos: sillas, cajas, papeleras… Los sorteó todos, no tropezó con ninguno, ni a la ida ni a la vuelta.
Ese hombre padecía lo que se denomina “ceguera cortical”. Los infartos dañaron su corteza visual, el área del cerebro donde se procesa lo que captan los ojos. Pero en su caso, los ojos seguían funcionando perfectamente. El paciente no percibía los estímulos visuales aunque sus ojos funcionaran al cien por cien. Lo que constató Beatrice de Gelder con ese y otros experimentos es que el cerebro es capaz de procesar parte de la información visual a través de otras rutas. Y eso sin ser conscientes de ello, de aquí que también se denomine “visión ciega” a esta patología.
En otro experimento, de Gelder estudió la respuesta emocional de los pacientes con visión ciega a ciertos estímulos. Colocó electrodos en la cara de los sujetos para medir movimientos de su musculatura. Entonces, les mostró imágenes y midió la respuesta de su rostro ante dichas imágenes. Se trataba de movimientos casi microscópicos, imperceptibles incluso para el propio sujeto, pero no para la tecnología. Ante una cara sonriente o triste, la musculatura facial del paciente respondía con concordancia, mostrando expresión de alegría o tristeza sin que el paciente se percatara.
Los circuitos cerebrales alternativos al córtex visual parecen guardar una relación estrecha con las emociones. De Gelder lo puso en evidencia. Fue una más en demostrar que podemos fiarnos de nuestras intuiciones.
¿Quién es?
Neurocientífica cognitiva y neuropsicóloga. Es catedrática de Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Tilburg (Países Bajos) y directora del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Afectiva de la misma institución. También investiga en el Departamento de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Maastricht.
¿De dónde viene?
Nació hace 71 años en Overmere, una pequeña localidad al norte de Bélgica, en plena región flamenca. Se graduó en dos carreras, Filosofía y Psicología y fue profesora de filosofía de la ciencia hasta que en los noventa cambió su rumbo para estudiar el cerebro y la percepción.
¿Qué ha aportado?
Sus investigaciones actuales se centran en la cognición humana y en las emociones. Ha hecho valiosas aportaciones en el conocimiento de procesos cerebrales de la vista y el oído, su relación con el cerebro inconsciente, y el reconocimiento facial y corporal. Es una defensora del poder de la intuición.
La anécdota
Cuando conocí y charlé con de Gelder, me asombró el sencillo método que ideó para constatar que los ojos del paciente con ceguera cortical funcionaban: ponerle gafas oscuras. Al caminar por el pasillo, el hombre tropezó con los obstáculos. Las gafas le eclipsaban su visión ciega.
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