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El rostro como espejo del carácter y la personalidad

La fisiognomía estudia el carácter de la persona mediante el análisis de los rasgos faciales. Es una técnica útil para el autoconocimiento y para conocer a los demás. El hecho de conocernos a nosotros mismos debe servirnos para comprendernos, para tomar decisiones acertadas en la vida (orientación profesional, personas con las que somos compatibles…) y para saber hacia dónde encaminar nuestro crecimiento personal.

El método tau-psico analiza siete rasgos faciales y los clasifica en siete temperamentos (egotial, cordial, mental, nervial, bilial, sanguial y linfatial). Lo primero que se estudia es la verticalidad, es decir, las distancias que hay entre el límite de la frente y las cejas, entre las cejas y la punta de la nariz y entre el extremo nasal y la punta de la barbilla. Saber estas proporciones nos dará pistas sobre cuál es la misión de la persona en esta vida o qué ha venido a hacer el yo superior.


Verticalidad

La horizontalidad es la forma del rostro visto de frente y nos dice cómo es la persona en esencia (el temperamento que nos indica la horizontalidad es lo primero que deberíamos averiguar para relacionarnos eficazmente con la otra persona). La línea que dibuja el nacimiento del cabello (el límite frontal) da información sobre la inteligencia abstracta y la creatividad. Con el análisis de estos rasgos obtenemos información bastante completa del mundo interior de la persona.


Horizontalidad

En cuanto a la relación con el exterior, la forma de la frente mirado de perfil (perfil frontal) delata cómo es la intuición del individuo, capacidad mucho más valiosa que la propia inteligencia concreta (la que se mide y nos da el coeficiente intelectual), de la cual nos hablan los ojos. La nariz da una idea de cómo se experimentan las emociones y los labios describen cómo son los instintos primarios de la persona.

El hecho de entender a los demás es una ventaja que podemos utilizar para mejorar las relaciones con los familiares, la pareja, los jefes, los empleados, los compañeros de trabajo, los clientes, los alumnos… Sabremos cuál es la mejor manera de tratar a cada uno. La correspondencia existente entre el carácter de la persona y su aspecto físico ya se estudiaba en el Antiguo Egipto, aunque más tarde estos conocimientos quedaron olvidados durante siglos. Han sido unos referentes de esta técnica Louis Corman, JC Lavater y Carl Huter.


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