Uno de los síntomas más característicos es sentir que compartes tu
vida con una persona que a pesar de tener una edad similar a la tuya se
encuentra en un estado personal totalmente diferente. Es como si hubiese
una distancia en cuanto a valores, prioridades de este momento,
expectativas personales.
Una de las principales prioridades de una pareja con personalidad inmadura es vivir el presente en la relación
desde el punto de vista de hacer aquello que le apetece en cada momento
pero sin pensar más a largo plazo. De este modo, se produce un choque
en las conversaciones cuando tú hablas de futuro y te das cuenta de que
tu pareja no se hace cargo de aquello que quieres hacerle entender
porque su posición vital es totalmente diferente.
Tu pareja es inmadura si no asume las decisiones de sus actos,
incluso cuando esos actos pueden afectarte a ti de algún modo. Es decir,
al estar en pareja y compartir la vida con alguien, hay decisiones que
también influyen de un modo común. Sin embargo, el diálogo interior de
una persona con personalidad inmadura se centra en el plano del yo. Idealiza sus necesidades,
caprichos, anhelos y objetivos inmediatos. Sin embargo, tiene
dificultades para comprender cómo perjudican esas acciones el bien
común.
Estás saliendo con una persona que tiene una personalidad inmadura
cuando con mucha frecuencia lo que echas de menos en ese alguien es la responsabilidad para tomar decisiones.
De este modo, con frecuencia experimentas un sentimiento de vacío y
soledad en esa relación. Ya que ante tu nivel de implicación, no
obtienes la misma respuesta afectiva por parte del otro.
En una pareja inmadura puedes observar comportamientos adolescentes e infantiles
en todos los niveles. También en el plano económico, por ejemplo, no se
preocupa por el ahorro, no gestiona sus finanzas teniendo en cuenta el
futuro. Prioriza el placer inmediato, el elogio del ahora, la exaltación
de los sentidos en presente. Es decir, es impaciente y caprichoso.
Una pareja con inmadurez emocional se toma mucho tiempo para tomar
decisiones que tengan que ver con la relación, por ejemplo, organizar
una boda. Pero también puede ocurrir lo contrario, que fruto de la
inmadurez dé este paso sin ser realmente consciente de lo que implica un
compromiso de boda.
Sin embargo, la persona inmadura vive como si fuese víctima de las circunstancias externas
en lugar de responsable de los acontecimientos que generan sus
acciones. Es una persona a la que le cuesta pedir disculpas por sus
errores. Estar en una relación de este tipo hace que te sientas en una
falta de equilibrio constante, en una relación incierta en donde el
futuro no se prepara desde el presente. Todo ello puede producir un gran
cansancio psicológico ante la sensación de tener que esperar
eternamente que el otro cambie. Si estás en este punto recuerda que
nadie cambia si no desea hacerlo por sí mismo.
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