Esto refleja mitos transmitidos durante cientos de años, debido a la ignorancia acerca de lo que el Tarot es realmente (un medio de autoconocimiento y crecimiento interno) y la inevitable relación que se establece con la magia y la hechicería.
Tal relación ya es inconsciente y una herencia de la época de la Inquisición, cuando se condenaba todo aquello que diera una explicación del mundo fuera de la corriente establecida por los medios “oficiales”; es decir, religiosos o con el aval de la jerarquía religiosa.
Algunas de las dudas más frecuentes son:
¿Es “pecado” leerse el Tarot?
El Tarot no es religión ni va en contra de ella. Es un sistema simbólico que nos permite entender, a través de pautas psicológicas, nuestra actitud para enfrentar las circunstancias, los recursos de que disponemos, los “escenarios” de nuestra vida y su tendencia. No hay “pecado” en indagar los mecanismos de la mente y yo veo en el Tarot una suerte de test proyectivo que, unido a la intuición, llega a ciertas conclusiones orientadoras difíciles de lograr por otros medios.
¿Cualquier persona se puede leer el Tarot?
Por supuesto. No hay discriminación de sexo, edad, nivel educativo, ni de ningún tipo, salvo las limitaciones que imponen la prudencia y el sentido común. Cuando se trata de personas muy jóvenes, inmaduras o impresionables, es necesario enfocarse en la orientación más que en la predicción y evitar preguntas deterministas que le impidan decidir por sí mismas. Ejemplo: en vez de “¿debo estudiar medicina?”, preguntar: “¿qué aptitudes tengo para desempañarme como médico?”, cambiar “¿acepto el empleo en la empresa X?”, por “¿cómo sería mi rendimiento en el empleo que me ofrece la empresa X?” En síntesis: responder con claridad pero sin influir en las decisiones del consultante.
¿Qué se le puede preguntar al Tarot?
Decía Eliphas Lévi: “La única limitación del Tarot está en quien lo lee”.
Hay implícita una cuestión de ética: el Tarot no tiene límites temáticos, ni de espacio ni tiempo; pero no se puede preguntar sobre aquello que no nos ataña directamente. Podemos preguntar sobre cualquier tema que sea de nuestra incumbencia, hacer cualquier pregunta cuya respuesta sea “útil” y “digna”. Preguntar sobre otras personas (sea el hijo, el mejor amigo, el jefe o la esposa), si el asunto no nos compete, nos convierte en impertinentes, indiscretos y hasta insidiosos. A veces el Tarot nos indica algo que no era el centro de la pregunta, pero resulta de gran ayuda para resolver el problema planteado o es una información que, sin buscarla, se nos proporciona para que hagamos algo al respecto. La condición que debemos tener en cuenta es que la pregunta refleje lo que la persona necesita saber y que la respuesta no interfiera en su vida, sino que lo ayude a ver más claro el panorama.
¿Se puede ver el futuro mediante el Tarot?
Nuestros actos del pasado y del presente señalan nuestro futuro. En la medida en que el tarotista entra en contacto con el pasado y el presente del consultante, tiene la posibilidad de “visualizar” las tendencias de su vida. Pero ese futuro está en manos de la persona y dependerá de su nivel de consciencia y de su toma de decisiones. El futuro no está escrito de manera inexorable. Tenemos un “guión” que cumplir, pero nosotros decidimos cómo hacerlo. Cada uno construye su futuro, como co-creador de su destino que es.
¿Puede el Tarot transmitir energías negativas?
Muchos parten de la idea del Tarot como un “portal dimensional” con el más allá, o como un medio para penetrar en fuerzas desconocidas. Esta actitud seguramente hará a la persona sentirse amenazada y predispuesta, lo cual desencadenará una actitud defensiva y de “sospecha” hacia sus orientaciones. Tal situación es verdaderamente inquietante e intimidante y de esa manera ¡claro que nos cargaremos de negatividad!
Sin embargo, acudir a una consulta de Tarot puede ser parecido a visitar a un amigo o a un psicólogo. Muchas personas (incluso psicólogos) me han dicho “¡El Tarot me ha resultado una buena terapia!”.
Al abrirnos a ser reconocidos y orientados mediante el Tarot sentimos que hemos compartido acerca de nuestras inquietudes con “alguien que nos conoce”, aún cuando sea el primer encuentro. Y es porque él, como un espejo, no ha hecho más que reflejarnos tal cual somos.
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