Todos somos el resultado de nuestras propias historias, de nuestros triunfos y fracasos. Somos los aprendizajes obtenidos de cada vivencia y la actitud con la que escribimos el libro de nuestra existencia.
Para atrevernos a vivir de verdad la vida que deseamos contar, se requiere un poco de todos estos ingredientes: valentía, autoestima, resiliencia y un poco de sana locura con la que hacer frente a todos esos miedos que de vez en cuando, ponen muros a nuestros sueños.
Wayne Dyer, psicólogo y uno de los más escritores de autoayuda con más peso en los últimos años, nos dejó un legado excepcional en lo que se refiere a esas estrategias con las cuales reescribir nuestras vidas en felicidad.
Para él, uno de los aspectos más decisivos para empezar a dar forma a esa existencia que de verdad desearíamos tener es aprender a tomar decisiones. Algo sin duda tan complejo como “aterrador”, en ocasiones.
Hoy en nuestro espacio queremos darte adecuadas estrategias para que lo consigas. Para que tomes decisiones más valientes con las que, día a día, dibujar un horizonte más esperanzador en tu vida.
Vivir es arriesgar con responsabilidad
¿Cuándo fue la última vez que te arriesgaste por algo o por alguien? Si no lo recuerdas es, seguramente, porque vives un momento donde, o bien tienes todo lo que deseas y no imaginas ya la vida de otro modo, o sencillamente, porque te has rendido.
Lo creas o no, todos nos rendimos de muchos modos de los que casi no nos damos cuenta:
- Nos rendimos cuando nos dejamos llevar por las decisiones ajenas.
- Nos rendimos cuando, a pesar de no ser felices, no decimos aquello de “más vale malo conocido que bueno por conocer”, cuando nos instalamos en la pena y la tristeza por simple miedo a que lo que tenga que venir sea aún peor.
- Nos rendimos cuando elegimos dejar de cuidarnos, cuando priorizamos a los demás y nos olvidamos de que, si nosotros no estamos bien, no podremos dar lo mejor de nosotros mismos a quienes amamos.
Para vivir con integridad y felicidad hay que arriesgarse. Lo queramos o no, cada día hay que tomar adecuadas decisiones con las que lograr trazar ese camino que de verdad deseamos para nosotros mismos.
Ese que el día de mañana contaremos a alguien como “algo que de verdad mereció la pena vivirse”. Toma nota de estas sugerencias.
La preocupación te inmoviliza: muévete
Uno de los principales problemas por los que no conseguimos vivir la vida que de verdad deseamos es porque almacenamos demasiadas preocupaciones.
- Una preocupación tiene una finalidad: invitarnos a buscar estrategias para buscar una solución. Si nos quedamos quietos, poco a poco el problema será más grande.
- Muévete, atrévete a buscar nuevas opciones, experimenta…
Confía en que lo que tienes en mente va a funcionar
Todos nacemos con miedos. Son un mecanismo de supervivencia que nos permite adaptarnos mejor a nuestros contextos. Ahora bien, existen miedos lógicos y miedos limitantes sin demasiado sentido que lo que consiguen, es recortar nuestra calidad de vida.
- Deja a un lado los miedos que otros quieran infundirte. No hagas caso al “tú no puedes, tú no sabes”.
- Confía en tus sueños y en la seguridad de que, sea lo que sea que tengas en mente, puede funcionar. Deja a un lado las inquietudes y los temores y, simplemente, atrévete.
Si sale mal, al menos, habrás aprendido. Si sabe bien, habrás conseguido algo aún más positivo que alcanzar un sueño: descubrirte a ti mismo de lo que eres capaz.
Baila con la vida
Estamos seguros de que te encanta bailar, que adoras dejarte llevar por el ritmo de una melodía para disfrutar de ese instante maravilloso que tanto te complace, que tanto te libera.
¿Por qué no hacemos lo mismo con nuestras vidas? En realidad, nadie baila para llegar a un sitio en concreto.
- Lo hacemos para disfrutar del aquí y ahora creando así un instante mágico donde las emociones y el bienestar nos permiten ser nosotros mismos. No necesitamos nada más para ser felices.
- Si deseas vivir una historia que poder contar a tus nietos, construye tu felicidad de forma sencilla, dejándote llevar por el momento presente.
- Libérate, escucha a tu corazón y marca el ritmo de esa libertad interna que todos guardamos dentro pero que no siempre nos atrevemos a expresar.
No importa lo lejos que lleguemos. No importa si alcanzamos, por ejemplo, a tener esa casa de nuestros sueños o si no encontramos la pareja perfecta.
Lo que importa es “el viaje”, es ser receptivos a lo que nos envuelve para atrevernos a tomar decisiones y construir cada día esa vida en la que estar bien, estar en paz.
¿Te gustó el artículo?
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu opinión sobre el artículo.