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Señales que delatan a las mujeres cuando son infieles

Al igual que los hombres cuando son infieles, nosotras también damos señales -que quizás son inconscientes- sobre lo que estamos haciendo. Quizás, la única diferencia radical que tenemos entre hombres y mujeres es que nosotras somos más cuidadosas. Mucho más sigilosas y nuestras señales pueden parecer un poco más confusas. Además, tenemos la “suerte” de que los hombres no ponen demasiada atención sobre nuestro atuendo, la forma que tenemos de maquillarnos y a lo más, si nos ven con conductas medio extrañas, van a pensar que estamos en nuestros días o que andamos “hormonales”.

Les cuesta un poco entender que están cometiendo algún error, que son un poco agresivos o indiferentes o que hace rato que se nos volvieron aburridos.

En vez de reconocer que hay algún problema, prefieren pensar en que nosotras somos “de Venus” y por lo tanto inentendibles.

Pero lo cierto es que tenemos las mismas necesidades y los mismos apetitos que los hombres y, por esa razón, buscamos sentirnos apreciadas, deseadas y valoradas y si hay alguien mejor que la persona que tenemos al lado, tenemos el derecho de buscar “algo mejor”.

Así que presta atención si tu pareja está presentando alguno de estos síntomas porque quiere decir que te está pegando en la nuca.

Y ojo. Mucho cuidado en los juicios que emites al respecto, que cuando una pareja falla, el error es de ambos.

De a dos se baila el tango por bien o mal que lo bailemos. Así que, si vale la pena, puede ser este el momento de hacerte una introspección y arreglar las cosas o dejarla ir para que ambos sean más felices.
  1. Nuestro plan de belleza es mucho más intensivo. Pero tú con suerte y lo notas.
  2. Nuestro atuendo se ha vuelto más sensual, nuestra ropa más linda y elegante. O más atrevida. Y nos perfumamos extra.
  3. Discutimos menos. No queremos pasar por el drama. Evitarlo lo más posible por si te pones las pilas, aunque sabemos que, a la larga, es sólo pérdida de tiempo en la mayoría de los casos.
  4. Te comenzamos a decir que vamos a salir a “reuniones de amigas” pero no son más que un pretexto. Nuestras amigas, obviamente saben en los pasos en los que andamos, así que no hagas ni tal de llamarlas, porque nos van a saber cubrir muy bien. Para eso son las amigas.
  5. Tendemos a dormir mucho más porque “el otro” nos deja exhaustas. Por lo que ya no te andamos mendigando miguitas de ternura. Ahora sólo queremos descansar.
  6. Comienza a fallar, inesperadamente, la cobertura de nuestro celular. Lo que pasa es que la porquería de compañía tiene mala cobertura en la cama de mi amante. Cuando estoy con él, la batería del aparato se descarga a la velocidad de la luz. Lo siento.
  7. Cada vez que salimos a “hacer trámites” hay una fila enorme y la burocracia hace que todo lo que tenemos que hacer se ralentice el triple. Más encima, siempre nos tocan conductores que van a la vuelta de la rueda. Por eso llegamos tarde. No vayas a pensar que me demoré un montón en despedirme del otro, porque no me podía descolgar de su boca. Eso jamás.
  8. Estamos más independientes. Dejamos de pedir tu opinión y tu ayuda. Es que ya tenemos una segunda opinión que nos parece más interesante, la verdad. Es más, escucharte nos irrita. Si no dices algo brillante, sólo apresuras la debacle.
  9. Nuestra actividad en redes se incrementa notoriamente. Posteamos cosas muy amorosas, canciones de amor y frases idiotas, que intuyes que no son para ti. Pues bien, no te preocupes. Te lo confirmo: no son para ti.
  10. Estamos más distraídas. No le prestamos atención a la rutina. Lo que pasa es que nos estamos acordando de lo que hicimos o estamos pensando en lo que vamos a hacer y te informo que no estás en los planes. Total, te decimos “no me pasa nada mi amor” y como te importamos tan poco, te lo tragas. Ahora no vengas con pelotudeces de que si te importa.

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