Querido
amor de mi vida, hoy deje de buscarte, deje de esperarte, y te
sugiero que hagas lo mismo. No volveré a buscarte, ¿para qué?
Ahora sé seguro que no te encontraré, a ti no, porque tú eres el
amor de mi vida.
Voy
a dejar de esperarte, porque al fin he comprendido que tú no vendrás
a buscarme, tú no… porque tú eres el amor de mi vida.
Sé
cómo te llamas, y no respondes al nombre de media naranja. Pasé
largos años buscándote bajo esa descripción, pero ya no… ahora
sé que ese no eras tú.
Tú,
amor mío, eres un ser tan completo que jamás me pedirás que te
complete, que jamás exigirás que mi amor llene vacíos que sólo tú
puedes llenar.
Tan
completo que tienes un amplio pasado, que veneras, que respetas, que
no escondes ante mí, porque te ha hecho ser quien eres, y es por
ello que serás capaz de venerar y respetar el mío, que no escondo
porque me ha convertido en lo que hoy soy.
Tan
perfecto que no aceptarás que nadie te cambie, que me reconocerás
porque te quiero así, como eres, sin querer cambiarte, de la misma
manera que tú no querrás cambiar nada de mí.
Tan
exitoso y brillante que jamás te sentirás inseguro ante mi propio
brillo porque ya has comprendido que cuanto más brillo yo, más
brillas tú.
Tan
fuerte y seguro que no necesitarás de mi debilidad, ni de mi
sumisión para tener la certeza de que continuaré a tu lado.
Me
amarás tanto como para comprender que tus vulnerabilidades y las
mías son solo un espacio sagrado para el otro, en el que entraremos
de puntillas, a sanar.
También
conozco tu voz, esa que nunca se eleva cuando te diriges a mí,
porque sabes que el respeto, las buenas maneras, la búsqueda del
entendimiento, son imprescindibles cuando se habla de amor.
Tú
mi amor, no controlas mi vestuario, porque estás tan seguro de ti,
tan seguro de mí, que te produce hasta risa pensar que porque el
mundo pueda contemplar mi belleza voy a alejarme de ti.
Mi
teléfono, mi vida social, mi familia, mis decisiones, son el espacio
donde me desarrollo para hacerme aún más yo, con más matices, con
más vivencias, lo sabes y no intervienes, ¿cómo podrías hacerlo
si estás ocupado en tu propio espacio personal?
¿Cómo
podríamos admirarnos, aprender el uno del otro, sorprendernos cada
día si no tuviéramos un espacio propio? ¿de qué llenaríamos el
espacio común?
Tú,
no me dices te quiero, porque no respondo a ningún tipo de
proyección, tú me dices TE VEO, TE SIENTO, porque eres
perfectamente consciente que la unión que existe entre nosotros es
una cuestión de vibración, que cuando ME VES, estás viendo mi alma
desde tu propia alma, estás contemplando que entre nosotros sólo
cabe el amor, que cuando ME SIENTES estás sintiendo el eco de tu
propia vibración.
Por
todo ello amor mío, sé que no andas buscándome, sé que andas
completándote a ti mismo, viviendo, disfrutando, haciéndote cada
vez más tú.
Por
todo ello mi amor, he dejado de esperarte, ando ocupada viviendo,
disfrutando, haciéndome cada vez más yo.
Me
veo, y te veo, nos siento… tanto como para saber qué es imposible
que no nos encontremos, que es imposible confundirnos, que no importa
cuál sea tu apariencia, lo lejos o lo cerca que te encuentres, que
estés solo o acompañado…
Te
siento y me siento, nos veo…tanto como para saber que no importa
bajo qué disfraz otros se acerquen a mí, bajo qué necesidad viva
otras relaciones, cuántos aprendizajes más me queden por realizar
antes de estar lo suficientemente completos… Porque
cuando nos amemos y nos respetemos lo suficientemente a nosotros
mismos, no existirá otra opción que hacer el camino de la mano.
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